Desinterés de autoridades en México provoca oleada migrante

595

Cd. México.- El regreso de las cumbres de “Los Tres Amigos”, en pausa durante todo el mandato de Donald Trump, es sin duda un intento de recuperar el tiempo perdido, demostrar y demostrarse entre vecinos que, tras el freno impuesto a las reuniones trilaterales por la pasada administración estadounidense, la voluntad de trabajo conjunto y de pensar en una única dirección como región en su conjunto puede tener futuro.

Con la única excepción de la firma del nuevo T-MEC, los líderes de Estados Unidos, México y Canadá no se han visto juntos en un mismo escenario desde 2016. “Esta cumbre es increíblemente importante”, opina Jason Marczak, director del centro para América Latina del Atlantic Council. Varios analistas y expertos ponen en este encuentro una oportunidad fundamental para que los tres países pongan en común su plan de futuro, y hablar de cómo encaminarse para resolver disputas y poner de manifiesto coincidencias para un objetivo común.

“Esta es una oportunidad fundamental para que los tres socios de América del Norte tracen francamente un rumbo futuro de cómo puede y debe verse la Integración de América del Norte”, añade Marczak, reconociendo que la última vez que los líderes de los tres países se reunieron, hace cinco años, la región y, francamente, el mundo se veían muy diferentes.

Empezando, por ejemplo, en el terreno de las relaciones personales. La realidad actual no tiene el mismo calibre ni relación entre líderes de cuándo empezaron el camino de estas Cumbres de Líderes de Norte América, su nombre oficial, allá por el 2005; ni guarda parecido a la complicidad que mostraban ante las cámaras en junio de 2016.

“No parecen los tres amigos sino los tres viajeros”, expresó recientemente Kenneth Frankel, presidente del Canadian Council for the Americas, “tres compañeros de viaje, todos moviéndose en cualquier dirección, en alguna dirección vaga, sin mucho en común entre ellos al menos en sus visiones de lo que quieren para sus países. Y no solo lo que quieren para sus países, sino lo que pueden ofrecer a sus países”, añadió.

La agenda de temas a tratar es amplísima, pero con algunos puntos muy claros y relevantes. “Una de las prioridades [para el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador] y para México, es inmigración, pero no solo el tema de la cooperación en desarrollo (…), que es clave, sino también la reforma migratoria integral [en EU], que llega tarde”, apunta Martha Bárcena, exembajadora de México en Washington hasta hace unos meses.

Otro de los puntos que van a ser más importantes, especialmente en el panorama actual de las consecuencias derivadas de la pandemia de coronavirus, es el asunto económico, que se resuelve según los expertos en un par de palabras: integración y competitividad. “Creo que una de las principales áreas de conversación y acuerdos entre los tres países en esta cumbre, y es un tema que también va con retraso, es cómo aumentar y fortalecer la competitividad de la región norteamericana”, explica Bárcena.

“El principal desafío en este mismo momento es incrementar la competitividad de la región norteamericana y fortalecer la región”, resuelve la exembajadora, “porque va a fortalecer económicamente a la región; entonces crearemos más empleo y eso ayudará también a enfrentar los temas de migración”, asegura.

Para Bárcena, es fundamental en ese sentido es huir de los “temores sobre el proteccionismo en cualquiera de los tres países”, que la competición mundial -especialmente si hay que competir contra China- es algo que es mejor hacer como región.

La pandemia ha dejado claro, según los analistas, que es crucial una competitividad e integración para el fortalecimiento de la región norteamericana.

“Durante el Covid-19, nuestras cadenas de suministro se vieron muy afectadas, pero logramos en la región norteamericana mantenerlas abiertas y alinear nuestros sectores esenciales después de muchos muchos problemas”, señala la exembajadora. Para el experto del Atlantic Council, “será algo fundamental que los líderes establezcan la agenda para que trabajen hacia adelante en sus respectivos gobiernos y cómo posicionar mejor a América del Norte para futuras pandemias”, y no solo en cuanto al ámbito sanitario sino y especialmente en cuanto a disrupciones en la economía.

“Dada la importancia de las cadenas de suministro regionales (…) para asegurar que América del Norte en su conjunto tiene un plan integrado”, añade Marczak.

En resumen, y en palabras de Bárcena: “La posibilidad de tener una hoja de ruta para los próximos tres años, sobre cómo construir una competitividad, cómo lidiar con un enfoque regional de la migración, cómo enfrentar la pandemia de Covid-19 y la recuperación económica es clave”.

Temas polémicos y espinas clavadas y aristas puntiagudas hay muchas: la reforma energética mexicana, las aspiraciones y compromisos en cambio climático, los intereses en migración, los derechos laborales, el cumplimiento del nuevo tratado de libre comercio… La cumbre es una oportunidad única para verse todos juntos, poner puntos en común, y sembrar semillas para una relación norteamericana que tiene que definir el futuro. “No creo que sea una exageración decir que si consiguen salir de esta reunión construyendo confianza, puede ser un gran paso adelante”, resume Frankel.