Desde hace décadas miles de mujeres han dedicado su vida entera al cuidado de sus familias, poniendo a sus hijos siempre en primer lugar, sin embargo, con el paso del tiempo, muchas de ellas lograron tener acceso a la educación cambiando a la sociedad para siempre.

Es así como en la actualidad es muy común conocer mujeres que no solo se dedican al cuidado de sus familias, sino también tienen carreras y trabajos logrando combinar ambas facetas de su vida; sin embargo, muchas de ellas han decidido dar prioridad a su vida profesional convencidas de que la maternidad no es para todas.

Pero también existen excepciones, y es que recientemente Véronique, una suiza de 55 años que no tiene ni esposo ni hijos compartió su experiencia luego de decidir poner su carrera y desarrollo personal en primer lugar.

Es así como esta brillante profesionista logró destacar e incluso pasar largas estancias en el extranjero, pero en el amor no tuvo tanta suerte; ninguna de sus historias amorosas prosperó. Por eso decidió no tener hijos, una elección de la que hoy se arrepiente.

“El precio a pagar por la soledad es la pérdida de confianza en ti misma. Yo ya no sé en qué soy buena, no sé para qué sirvo. Tengo la impresión de que no valgo nada”, reconoció la mujer.

En entrevista para el canal de televisión suizo RTS 1, Véronique, lamentó no haber tenido hijos e incluso se culpó a sí misma por no haber logrado mantener ninguna de sus relaciones, ya que siempre eligió a hombres que no buscaban una pareja seria.

“Imagina que ninguno nunca me dijo ‘te quiero’, me habría gustado escucharlo al menos una vez en mi vida. Ahora, a los 55 años, tengo miedo de que nadie me lo diga jamás”, comentó sumamente conmovida.

Reconoció que su éxito profesional la llevó a nunca pensar en tener hijos, sin embargo ahora, con 55 años reconoce que no fue una buena decisión y que ahora se siente demasiado mayor para la sociedad.

“El hecho de no haber tenido hijos me hace sentir que no soy nada”, ha explicado la mujer.

Durante estos años de soledad, su gato ha sido su verdadero compañero, brindándole la fuerza para seguir adelante.

“Lo acaricio, él me acaricia, me busca y se acerca a mí. Me ha dado algo que nunca imaginé”, admite Véronique.